1 de marzo de 2010

Bueno, chic@s, parece que después de este largo legatargo, cual osa hibernando en su madriguera, por no decir, cual bella durmiente sumida en un profundo sueño por pinchazo de aguja de roca envenenada, empiezo a despertar del sueño y sentada sobre el borde de mi cama, mientras me calzo las babuchas antes de comenzar a andar, me doy cuenta que ¡Soñé contigo!

Algunos animales de sangre caliente, mamíferos y aves, sobreviven en invierno entrando en una especie de sueño profundo, logrando que su actividad corporal sea más lenta y su temperatura descienda para ahorrar energía. El corazón late más lentamente y la respiración se hace también más pausada. Pueden lograr que la temperatura de su cuerpo se asemeje a la de su entorno, aunque se acerque al punto de congelación.

Y así es como he sobrevivido yo todo este tiempo… ¡Congelada! De pies a cabeza, con el corazón helado y dormido, como mi entorno.

Mucho ha llovido desde mi última y verdadera entrada, allá por el mes de Diciembre, unos días antes de Navidad, donde decía que quería empezar el año con fuerza y con deseos de cosas imposibles. Y llegó la Navidad, y con ella se fueron todas mis ilusiones. Y llegó el Fin de Año pagano, y este sí… Este, terminó como terminan últimamente todos mis finales de año, (gracias a Dios no, desde luego), divertido y alegre, entre amigos, risas y burbujas de champagne mezcladas con besos y abrazos, cargado de buenos deseos para el año que estaba a punto de comenzar. Y comenzó el año con buen pie… Y seguí esperando. Y llegó la noche más larga del año… y seguí esperando que el polvo de hadas cumpliera su cometido, pero ¡Nada!... Y seguí esperando. Y me pareció notar que la tierra temblaba estremeciendo todo mi ser, (y aquí dejé constancia de ello), pero no era un ejército de hadas al rescate, sino un enfado de la madre Tierra… Y seguí esperando. Y empezó a helar y a diluviar, y empecé a sentir sueño y cansancio, y aminoré la marcha para ahorrar energía, y aún así… Seguí esperando. Y llegó el día del angelito ciego armado con flechas atraviesa-corazones… y no pasó nada, y cada vez, sentía más frío, y Morfeo me parecía más atractivo que nunca, pero… Seguí esperando. Y llegaron los desfiles de vanidades, y el frio del ambiente empezó a ser insoportable, y mi corazón apenas latía, y mi respiración apenas se oía, y la temperatura de todo mi cuerpo era tan gélida, que esbozar una sonrisa era tan costoso, que apenas me salía. Y encontré pequeñas hogueras en el camino, pero para entonces, yo apenas las veía… Y decidí dormir el sueño de los desabrigados, con la esperanza de que pasara el crudo invierno. Agarrada a mi almohada y resguardada bajo el calor de las plumas de mi edredón, viajando al país de los sueños, donde no hay aristas, ni recuerdos, ni rencores. Donde la libertad es el aire que respiro y mi corazón sale a pasear con el tuyo, jugándome la vida probando tú veneno. Y en estos menesteres… ¡Soñé contigo!


Y llegaron los primeros aires embriagados de pólvora que anuncian la inminente primavera, y empecé a despertar de mi letargo y me di cuenta que… ¡Sigo esperando!